jueves, 4 de marzo de 2010

No soy digno de que entres en mi casa

Cuando Jesús terminó de hablar al pueblo, entró en Cafarnaún. Había allí un oficial romano, que tenía a un criado a quién quería mucho, y que estaba muy enfermo, a punto de morir.
Oyó hablar de Jesús, y le envió unos ancianos judíos para rogarle que vinieran a sanar a su criado. Los enviados, acercándose a Jesús, le suplicaron con insistencia:
- Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo y ha sido él quien nos ha edificado la sinagoga.

Jesús los acompañó. Estaba ya cerca de la casa cuando el oficial romano envió a unos amigos para que le dijeran:
- Señor, no te molestes. Yo no soy digno de que entres en mi casa, por eso no me he atrevido a presentarme personalmente a ti; pero basta una palabra tuya, para que mi criado quede sano. Porque yo, que no soy más que un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y si digo a uno de ellos "ve", él va; y a otro "ven", y el viene; a mi criado "Haz esto", él lo hace.

Al oír esto Jesús, quedó admirado y, dirigiéndose a la gente que lo seguía, dijo:
- Les digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.

Y cuando regresaron a casa, los enviados encontraron sano al criado.

Lucas 7, 1-10

* * *
A los israelitas, ese comentario final de Jesús no debió caerles muy bien que digamos, pero era cierto. Imaginemos que tan grande era la fe de este soldado romano que SORPRENDIÓ a Jesús, lo SORPRENDIÓ! (que ese detalle no pase desapercibido)

En misa, repetimos como loritos esa frase, "Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme". Fijémonos en un detalle, el soldado romano no pide por él, sino pide por su criado, nosotros en la iglesia pedimos por nosotros, pero podemos modificar un poco la frase e incluir a más personas, algo así: "Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarnos", así quedan incluidos todos en casa, incluso a los que no van a misa; en mi casa son la mayoría desafortunadamente.

Sorprendamos a Jesús con esas palabras del soldado romano, y cuando las pronunciemos que sea con verdadera fe para el Padre en el cielo nos escuche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario