lunes, 30 de marzo de 2020

Diferencia entre Jesús y Cristo

Hay una distintiva diferencia de significado entre Jesús y Cristo. Jesús fue el nombre que recibió al nacer, en tanto que « Cristo» era su título honorífico. En el pequeño cuerpo humano llamado Jesús se produjo el
nacimiento de la vasta Conciencia Crística, la omnisciente Inteligencia de Dios que está presente en cada elemento y partícula de la creación.

El universo no es el simple resultado de la unión azarosa de fuerzas vibratorias y partículas subatómicas, tal como sostienen los científicos materialistas, es decir, una combinación casual de sólidos, líquidos y gases que da origen a la tierra, los océanos, la atmósfera y las plantas, todose ellos armoniosamente interrelacionados para proporcionar un hogar habitable a los seres humanos. Las fuerzas ciegas no pueden organizarse por sí solas para producir objetos inteligentemente estructurados. Así comos senecesita de la inteligencia humana para verter agua en los pequeños compartimentos de un recipiente adecuado y, luego, congelarla con el fin de obtener cubitos de hielo, así también podemos reconocer las manifestaciones de una oculta Inteligencia Inmanente que opera en la fusión del las vibraciones para dar lugar a formas cada vez más evolucionadas en todo el universo.

¿Acaso podría haber algo más milagroso que la presencia evidente de una Inteligencia Divina en cada partícula de la creación? Podemos vislumbrar esa presencia en el modo en que un árbol enorme emergeu una diminuta semilla; en los incontables mundos que giran en el espacio infinito, sujetos a una elaborada danza cósmica mediante la regulación precisa de las fuerzas universales; en el modo en que el cuerpo humano -tan maravillosamente complejo- se desarrolla a partir de una única célula microscópica, se halla dotado de una inteligencia consciente de sí misma y se sostiene por medio de un poder invisible que lo sana y le da vitalidad. En cada átomo de este asombroso universo, Dios obra milagros constantemente y, sin embargo, los hombres de mentalidad obtusa no saben valorarlos.

Cristo es la Infinita Inteligencia de Dios que está presente en toda la creación. El Cristo Infinito es «el Hijo unigénito» de Dios Padre, el único puro del Espíritu en el reino de lo creado. Esta Inteligencia Universal, Kutastha Chaitanya o Conciencia de Krishna según las escrituras hindúes  se manifestó plenamente en la encarnación de Jesús, Krishna y otros seres iluminados, y puede también manifestarse en tu propia conciencia.

lunes, 23 de marzo de 2020

La intercesión divina

La intercesión divina, cuyo fin es mitigar los efectos de la ley cósmica de causa y efecto [el karma] por la cual el ser humano sufre a consecuencia de sus errores, estaba presente en el corazón mismo de la misión de amor que Jesús hubo de cumplir en la tierra. [...] Jesús vino a mostrar la misericordia y la compasión de Dios, cuyo amor es un refugio que nos protege, incluso, del rigor de la ley.
El Buen Pastor de almas abrió sus brazos para recibir a todos, sin excluir a nadie, y mediante la atracción del amor universal impulsó al mundo a seguirle en el sendero hacia la liberación, a través del ejemplo
de su espíritu de sacrificio, renunciamiento, capacidad de perdón, amor por igual para amigos y enemigos y, sobre todas las cosas, amor supremo por Dios.

Ya fuera como el pequeño bebé en el pesebre de Belén, o como el salvador que sanaba a los enfermos, resucitaba a los muertos y aplicaba el bálsamo del amor sobre las heridas de los errores, el Cristo presente en Jesús vivió entre los seres humanos como uno más, para que también ellos pudieran aprender a vivir como dioses.

La Conciencia Crística: unidad con el infinito Gozo e Inteligencia de Dios que impregna la creación entera

Para llegar a comprender la magnitud de una encarnación divina, es preciso entender el origen y la naturaleza de la conciencia que se halla encarnada en un avatar. Jesús se refirió a dicha conciencia al declarar: «Yo y el Padre somos uno» (Juan 10:30) y « Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Juan 14:11). Aquellos que unen su conciencia a Dios conocen tanto la naturaleza trascendente del Espíritu como su naturaleza inmanente: la singularidad de la siempre existente, siempre consciente y eternamente renovada Dicha del Absoluto No Creado, así como también la miríada de manifestaciones de su Ser en la infinitud de formas en las cuales Él se diversifica para dar lugar al variado panorama de la creación.


lunes, 16 de marzo de 2020

¿Quién decís que soy yo?

La pregunta de Jesús «¿Quién decís que soy yo?» sigue pidiendo respuesta a cada generación creyente Y, naturalmente, no basta con afirmar verbalmente unos dogmas cuyo contenido e implicaciones se ignoran, ni tampoco con estar dispuesto a creer «lo que la Santa Madre Iglesia enseña» En realidad, cada creyente cree en lo que realmente cree él, es decir, en lo que personalmente va descubriendo en su seguimiento a Jesucristo, aunque lo haga, como es natural, en el seno de una comunidad. 

Con frecuencia, los creyentes nos limitamos a afirmar nuestra fe en Jesucristo, pero no nos acercamos a él, no buscamos el encuentro sincero y valiente con su mensaje, no nos dejamos cuestionar por su persona. 

La fe de muchos cristianos no se funda, por desgracia, en el encuentro con la persona de Jesús, sino en unas creencias que se han aceptado o suscrito desde la infancia con mayor o menor convicción. 

De esta manera, la fe cristiana pierde toda su originalidad y se convierte en simple afirmación de un credo religioso. En vez de creerle a Jesús, y descubrir desde él, el sentido último de la vida, nos adherimos más o menos conscientemente, a una doctrina que existe sobre Jesús y que es enseñada por la jerarquía eclesiástica. O en su defecto por una persona con "autoridad" suficiente, cómo lo sería un pastor.
Muchos ni siquiera sospechan que lo más original del cristianismo consiste en creerle a Jesucristo. 

Son bastantes los cristianos que entienden y viven su religión de tal manera que probablemente nunca podrán tener una experiencia un poco viva de lo que es encontrarse personalmente con Jesús. 

Ya en una época muy temprana de su vida, se han hecho una idea infantil de Jesús, cuando quizás no se habían planteado todavía con suficiente lucidez, las cuestiones a las que Jesucristo puede responder. Más tarde, ya no han vuelto a repensar su fe cristiana, bien porque la consideran algo banal y sin importancia alguna para sus vidas, bien porque no se atreven a examinarla con seriedad y rigor por temor a perderla, bien porque se contentan con conservarla de manera indiferente y apática, sin repercusión alguna en sus vidas. 

Desgraciadamente, no sospechan lo que Jesús podría ser para ellos. Como decía M. Legaut son «cristianos que ignoran quién es Jesús, y están condenados por su misma religión a no descubrirlo jamás». Todo lo que bastantes cristianos saben, piensan o creen de Jesucristo, se reduce a un conjunto de afirmaciones, sin apenas ninguna relación con sus verdaderas preocupaciones de la vida real, sin apenas incidencia ninguna en los problemas que viven o los intereses que los mueven, una especie de zona artificial donde se afirman y aprueban cosas que no tienen demasiada relación con el resto de la vida. Y, sin embargo, creer en Jesucristo es, antes que nada, encontrarse con él y descubrir poco a poco que es el único capaz de responder, de manera definitiva, a los anhelos, necesidades y esperanzas más profundos del hombre. 

Creer en Jesucristo es aprender a vivir desde él. Descubrir desde Jesús cuál es la manera más acertada y más humana de enfrentarse a la vida y a la muerte. Descubrir desde Jesús qué es ser hombre y atrevernos a serlo hasta el final.

Texto tomado y adaptado del libro:
Jesús de Nazaret
El hombre y su mensaje
Autor: José Antonio Pagola