lunes, 29 de abril de 2019

Tus pecados son perdonados


Lucas 7:36-50: Un fariseo invitó a Jesús a comer, y Jesús fue a su casa. Estaba sentado a la mesa, cuando una mujer de mala vida, que vivía en el mismo pueblo y que supo que Jesús había ido a comer a casa del fariseo, llegó con un frasco de alabastro lleno de perfume. Llorando, se puso junto a los pies de Jesús y comenzó a bañarlos con lágrimas. Luego los secó con sus cabellos, los besó y derramó sobre ellos el perfume. El fariseo que había invitado a Jesús, al ver esto, pensó: "Si este hombre fuera de veras un profeta, se daría cuenta de qué clase de persona es esta que lo está tocando: una mujer de mala vida."
Entonces Jesús le dijo al fariseo:
      Simón, tengo algo que decirte. El fariseo contestó:
      Dímelo, Maestro.
Jesús siguió:
      Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y como no le podían pagar, el prestamista les perdonó la deuda a los dos. Ahora dime, ¿cuál de ellos le amará más?
Simón le contestó:
      Me parece que el hombre a quien más le perdonó.
 Jesús le dijo:
      Tienes razón.
Entonces, mirando a la mujer, Jesús dijo a Simón:
      ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; en cambio, esta mujer me ha bañado los pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me saludaste con un beso, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. No me pusiste ungüento en la cabeza, pero ella ha derramado perfume sobre mis pies. Por esto te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho; pero la persona a quien poco se le perdona, poco amor muestra.
Luego dijo a la mujer:
      Tus pecados te son perdonados.
Los otros invitados que estaban allí, comenzaron a preguntarse:
      ¿Quién es este, que hasta perdona pecados?
Pero Jesús añadió, dirigiéndose a la mujer:
      Por tu fe has sido salvada; vete tranquila.

 * * *
Un pasaje un poco largo, pero como se dice ahora, sin desperdicio. Recordemos que un fariseo es una persona que se caracterizaba por observar escrupulosamente la Ley mosaica, o sea para nosotros los cristianos sería el antiguo testamento. Simón, el fariseo, Al ver como una mujer “pecadora” va y lo toca. Para ellos eso era una abominación, o sea, que te toque una mujer pecadora, es como si fuera una leprosa o peor. Así que, un duro golpe le da Jesús a Simón, primero con la parábola del prestamista, y luego, cuando le perdona los pecados a la mujer. Pero, aunque Él (Jesús) le perdona los pecados, le añade: Por tu fe has sido salvada. En cambio, el fariseo Simón, al ser lo que es, no considera que tiene que ser salvo, él por ser un “guardián” de los preceptos de Moisés, considera que ya está salvo. Pasa mucho con algunos cristianos, nos olvidamos de la humildad, y sentimos que estamos “salvos” por el simple hecho de pertenecer a un grupo.

Feliz inicio de semana.