lunes, 2 de julio de 2018

Disfrutando su presencia


Juan 12:1-8: Seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Allí lo invitaron a una cena. Marta servía y Lázaro estaba entre los invitados. María, pues, tomó una libra de un perfume muy caro, hecho de nardo puro, le ungió los pies a Jesús y luego se los secó con sus cabellos, mientras la casa se llenaba del olor del perfume. Judas Iscariote, el discípulo que iba a entregar a Jesús, dijo:
Ese perfume se podría haber vendido en trescientas monedas de plata para ayudar a los pobres.
En realidad no le importaban los pobres, sino que era un ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, se llevaba lo que echaban en ella.
Pero Jesús dijo: "Déjala, pues lo tenía reservado para el día de mi entierro. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre.”

 * * *
Aunque Jesús pueda sonar aquí un poco caprichoso, el mensaje es claro dejen a María disfrutar de mi presencia. Pues, hoy estoy y mañana quizás no. Y así nos pasa a todos, muchas veces estamos tratando de ahorrar hasta la más mínima gota, sin aprovecha nuestro tiempo con nuestros seres amados. Llámese familia, amigos, compañeros, etc.
Dejemos que el tiempo que estamos con aquellos que amamos sea de calidad. Disfrutemos su presencia. Nuestros recuerdos se basan, a la final, en estos momentos.

Feliz inicio de semana.

lunes, 18 de junio de 2018

Administrando el perdón


Juan 20:21-23: Jesús les volvió a decir: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también”. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.”

 * * *
En este pasaje, Jesús se les aparece a los discípulos y dice dos frases importantes, la primera es “como el Padre me ha enviado a mí, así los envío yo también”. Y la segunda es “a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos”.
En la primera frase Jesús entrega el testigo como en una carrera de relevo, como ya no va a estar en cuerpo presente, les da a los apóstoles el visto bueno para seguir con la obra que él comenzó.
Y en la segunda, parece que les da la potestad de perdonar los pecados. E incluso, la autoridad de retener los pecados, o simplemente de no perdonar.
A raíz de esta frase tenemos, por ejemplo en la iglesia católica, la posibilidad de decir a un sacerdote nuestros pecados y él decide si son perdonados o no. Pero, ¿sólo podría administrar el perdón un sacerdote? Al parecer todo indica que sí. Sin embargo, y siguiendo el primer punto en orden de ideas, los sacerdotes nos deberían dar el testigo a nosotros y decir: “como Jesús nos ha enviado a nosotros, nosotros también te enviamos” y continuar con la siguiente frase. De modo de que todos nos transformáramos en administradores del perdón. Y no es descabellado. Nosotros nos enfrentamos a diario con un sinfín de situaciones que implican perdonar, perdonar a nuestro padre biológico por habernos abandonado, a nuestro hermano por haber pegado, a mi madre por maltratarme, a mi esposo por ignorarme, o a mi esposa por gritarme. Y una larga lista comienza a aparecer ante nuestros ojos. Cada día, en cada momento, somos los administradores del perdón por aquellas cosas que nos hacen, y también podemos retener ese perdón. Ya quedará de nuestra parte ver si ese “no perdonar” sea sano o no en nuestra vida.

Feliz inicio de semana.

lunes, 11 de junio de 2018

Los trabajadores de la viña


Mateo 20:1-16: Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un propietario salió de madrugada a contratar trabajadores para su viña. Se puso de acuerdo con ellos para pagarles una moneda de plata al día, y los envió a su viña. Salió de nuevo hacia las nueve de la mañana, y al ver en la plaza a otros que estaban desocupados, les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo. Y fueron a trabajar. Salió otra vez al mediodía, y luego a las tres de la tarde, e hizo lo mismo. Ya era la última hora del día, la undécima, cuando salió otra vez y vio a otros que estaban allí parados. Les preguntó: "¿Por qué se han quedado todo el día sin hacer nada?" Contestaron ellos: "Porque nadie nos ha contratado. Y les dijo: "Vayan también ustedes a trabajar en mi viña. Al anochecer, dijo el dueño de la viña a su mayordomo: "Llama a los trabajadores y págales su jornal, empezando por los últimos y terminando por los primeros.  Vinieron los que habían ido a trabajar a última hora, y cada uno recibió un denario (una moneda de plata). Cuando llegó el turno a los primeros, pensaron que iban a recibir más, pero también recibieron cada uno un denario. Por eso, mientras se les pagaba, protestaban contra el propietario. Decían: "Estos últimos apenas trabajaron una hora, y los consideras igual que a nosotros, que hemos aguantado el día entero y soportado lo más pesado del calor. El dueño contestó a uno de ellos: "Amigo, yo no he sido injusto contigo. ¿No acordamos en un denario al día?" Toma lo que te corresponde y márchate. Yo quiero dar al último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a llevar mis cosas de la manera que quiero? ¿O será porque soy generoso y tú envidioso?"
Así sucederá: los últimos serán primeros, y los primeros serán últimos.

 * * *

Esta parábola de Jesús, uno la lee y a primera vista es como dice el trabajador que se queja: “Estos últimos apenas trabajaron una hora, y los consideras igual que a nosotros, que hemos aguantado el día entero y soportado lo más pesado del calor”.  Y sí, así es el Padre, ¿pero cómo podría ser de otra manera? ¿Acaso una madre o un padre no hace lo mejor para todos sus hijos? Si nosotros que somos como somos, falibles, egoístas, distraídos y envidiosos; tratamos de estar bien con todos nuestros hijos, claro que el Padre lo va a hacer, y lo va a hacer perfectamente.
Así que si cree que va a recibir más porque está haciendo más, bájese de esa nube, la cosas en el reino de los cielos no funcionan igual.

Feliz inicio de semana.