lunes, 5 de octubre de 2020

La ciencia universal de la religión


La experiencia personal de la verdad es la ciencia que se encuentra en el fondo de todas las ciencias. Sin embargo, para la mayoría de las personas la religión se ha transformado en una mera cuestión de creencia. Hay quienes creen en el catolicismo, hay otros que creen en alguna doctrina protestante, mientras que algunos afirman creer que la religión judía o la hindú o la musulmana o la budista es el camino verdadero.

La ciencia de la religión identifica aquellas verdades universales que son comunes a todas -la base de la religión - y enseña cómo, mediante su aplicación práctica, una persona puede editicar su vida de acuerdo con el Plan Divino. Las enseñanzas del Raja Yoga (la ciencia «regia» del alma, originaria de la India) son superiores a la ortodoxia de la religión, pues exponen de forma sistemática la práctica de métodos universalmente necesarios para el perfeccionamiento de todo individuo, sea cual sea su raza o credo.

Es preciso reunificar la ciencia de la religión con lo que constituye su espíritu o inspiración: lo esotérico con lo exotérico. La ciencia del yoga  expuesta por el Señor Krishna -la cual proporciona métodos prácticos para experimentar verdaderamente a Dios en nuestro interior y reemplazar así la corta expectativa de vida de las creencias- y el espíritu de hermandad y amor crístico predicado por Jesús (la única panacea segura para evitar que el mundo quede destrozado a causa de diferencias irreconciliables) son, en conjunto, una sola verdad universal que enseñaron dos Cristos, uno de Oriente y otro de Occidente.

martes, 29 de septiembre de 2020

Evangelios gnósticos: ¿el cristianismo olvidado?


 A raíz del notable descubrimiento de textos gnósticos del cristianismo primitivo en Nag Hammadi (Egipto), en 1945, se puede vislumbrar parte de lo que perdió el cristianismo convencional durante el proceso de «occidentalización». En su libro Los enamgeias gnásticos (Critica, Barcelona, 2006), la Dra. Elaine Pagels escribe lo siguiente: Los textos de Nag Hammadi, y otros como ellos que circulaban en los comienzos de la era cristiana, fueron denunciados como heréticos por los cristianos ortodoxos en la mitad del siglo II. Pero los que escribieron e hicieron circular estos textos no se consideraban a sí mismos como "herejes". La mayoría de los escritos utilizan una terminología cristiana, claramente relacionada con una herencia judía. 

Muchos afirman ofrecer tradiciones secretas acerca de Jesús, unas tradiciones ocultas a ojos de "los muchos" que constituyen lo que, en el siglo II, dio en llamarse la "iglesia católica". Actualmente a estos cristianos se los llama gnósticos", del griego "gnosis", palabra que suele traducirse por "conocimiento".

Porque del mismo modo que a aquellos que dicen no conocer nada sobre la realidad última se los denomina "agnósticos" (literalmente: "que no conocen"), a la persona que sí afirma conocer tales cosas se la llama "gnóstica" ("conocedora").

Pero gmosis no significa principalmente conocimiento racional. Tal como la utilizan los gnósticos, podríamos traducirla por "intuición", porque gnosis entraña un proceso intuitivo de conocerse a uno mismo. Según los maestros gnósticos, conocerse a uno mismo, en el nivel más profundo, es al mismo tiempo conocer a Dios; éste es el secreto de la gnosis.

El "Jesús vivo" de estos textos habla de ilusión y de iluminación, no de pecado y arrepentimiento, como el Jesús del Nuevo Testamento. En lugar de venir a salvarnos del pecado, viene como guía para abrir el acceso a la compresión espiritual.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Las enseñanzas perdidas de Jesús

Cristo ha sido muy malinterpretado por el mundo. Incluso los principios más elementales de sus enseñanzas han sido profanados --crucificados a manos del dogma, los prejuicios y la falta de entendimiento y la profundidad esotérica de esos principios ha quedado en el olvido.
Bajo la supuesta autoridad de doctrinas del cristianismo forjadas por el hombre, se han librado guerras genocidas y se ha quemado a gente en la hoguera bajo la acusación de brujería o herejía. ¿Cómo podemos resca-
tar estas inmortales enseñanzas de las garras de la ignorancia? Es precisoconocer a Jesús como un Cristo oriental, como un yogui supremo que manifestó completo dominio sobre la ciencia universal de la unión con Dios
y, por lo tanto, pudo hablar y actuar como un salvador contaba con la voz y la autoridad de Dios. Jesús ha sido occidentalizado en exceso.
Jesús era oriental, tanto por nacimiento como por lazos de sangre y la instrucción recibida. Disociar a un maestro espiritual de sus oríge-
nes y entorno es empañar el entendimiento a través del cual se le debe percibir. Con independencia de lo que Jesús el Cristo era por sí mismo -en lo relativo a su propia alma-, por el hecho de nacer y haber alcanzado la madurez en Oriente, él tuvo que utilizar la civilización oriental, sus costumbres, peculiaridades, lenguaje y parábolas como instrumento para divulgar su mensaje. Por lo tanto, con el fin de entender a Jesucristo y sus enseñanzas debemos estar receptivos y bien predispuestos hacia el punto de vista oriental -en especial, hacia la civilización antigua y moderna de la India, sus escrituras religiosas, tradiciones, filosofías, creencias espirituales y experiencias metafísicas intuitivas—. Si bien las enseñanzas de Jesús, desde la perspectiva esotérica, son universales, están impregnadas de la esencia de la cultura oriental y se encuentran arraigadas en influencias orientales que se han adaptado al ambiente occidental.

Podemos comprender correctamente los Evangelios a la luz de las enseñanzas de la India: no de interpretaciones distorsionadas del hinduísmo, con su opresivo sistema de castas o la práctica de adorar piedras, sino de la sabiduría filosófica de los rishis cuyo objeto es la salvación del alma, es decir, aquellas enseñanzas que constituyen no la cáscara sino el meollo de los Vedas, los Upanishads y el Bhagavad Guita. Esta esencia de la Verdad (el Sanatana Dharma o los eternos principios de la rectitud que sostienen al hombre y al universo) le fue conferida al mundo miles de
años antes de la era cristiana y se conservó en la India con una vitalidad espiritual que ha convertido la búsqueda de Dios en el único propósito de la vida y no en un simple pasatiempo de salón.


lunes, 7 de septiembre de 2020

Los talentos


Mateo 25, 15-30: Sucederá también con el reino de los cielos como con un hombre que, estando a punto de irse a otro país, llamó a sus empleados y les encargó que le cuidaran su dinero.

A uno de ellos le entregó cinco mil monedas, [2] a otro dos mil y a otro mil: a cada uno según su capacidad. Entonces se fue de viaje.

 

El empleado que recibió las cinco mil monedas hizo negocio con el dinero y ganó otras cinco mil monedas. Del mismo modo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. Pero el que recibió mil fue y escondió el dinero de su jefe en un hoyo que hizo en la tierra.

 

Mucho tiempo después volvió el jefe de aquellos empleados, y se puso a hacer cuentas con ellos.  Primero llegó el que había recibido las cinco mil monedas, y entregó a su jefe otras cinco mil, diciéndole: “Señor, usted medio cinco mil, y aquí tiene otras cinco mil que gané.”

El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.”

 

Después llegó el empleado que había recibido las dos mil monedas, y dijo: “Señor, usted me dio dos mil, y aquí tiene otras dos mil que gané.”

El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.”

 

Pero cuando llegó el empleado que había recibido las mil monedas, le dijo a su jefe: “Señor, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no sembró y recoge donde no esparció. Por eso tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Pero aquí tiene lo que es suyo.”

El jefe le contestó: “Tú eres un empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y que recojo donde no esparcí, deberías haber llevado mi dinero al banco, yo, al volver, habría recibido mi dinero más los intereses”.

 

Y dijo a los que estaban allí: “Quítenle las mil monedas, y dénselas al que tiene diez mil. Porque al que tiene, se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. Y a este empleado inútil, échenlo fuera, a la oscuridad. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.

 

 * * *

 

Un pasaje largo y que tiene vigencia hoy y siempre. Lo importante que trata de transmitir el Maestro en esta parábola es simple: usemos nuestros talentos, porque en la medida que los usemos, seremos recompensados con más, el doble o más.

Una sola advertencia: que el talento no se transforme en arrogancia, sino pierde su valor.

 

Feliz inicio de semana.

lunes, 6 de abril de 2020

Cómo convertirse en un Cristo


La enseñanza principal de Jesús: cómo convertirse en un Cristo

La tarea de Dios en la creación es hacer regresar a todos los seres a la unidad consciente con Él mismo, mediante los  dictados evolutivos de la Inteligencia Crística. [...] Cuando el sufrimiento se extiende sobre la tierra, Dios responde al llamado del alma de sus devotos y envía a un hijo divino para que, por medio de su ejemplar vida espiritual en la
que se manifiesta plenamente la Conciencia Crística, pueda enseñar a los seres humanos a cooperar con la obra de salvación de Dios en sus propias vidas.

Fue a esa Conciencia Infinita, saturada del amor y la dicha de Dios, a la que se refirió San Juan cuando dijo: «Pero a todos los que la recibieron [la Conciencia Crística) les dio poder de hacerse hijos de Dios», Así pues, de acuerdo con las enseñanzas mismas de Jesús tal como fueron registradas por Juan --el más avanzado de sus apóstoles-, todas las  almas que alcanzan la unión con la Conciencia Crística mediante la intuitiva realización del Ser' merecen, con justicia, ser llamados hijos de Dios.

Recibir a Cristo no es un logro que se pueda conseguir por el simple hecho de pertenecer a una congregación religiosa, o por medio del ritual externo de aceptar a Jesús como nuestro salvador pero sin llegar jamás a conocerle en verdad mediante el contacto con él en la meditación. Conocer a Cristo significa cerrar los ojos, expandir la conciencia y hacer profunda nuestra concentración que, a través de la luz interior de la intuición del alma, participemos de la misma conciencia que poseía Jesús.

San Juan y otros discípulos avanzados que realmente le «recibieron percibían a Jesús como la Conciencia Crística que está presente en cada partícula del espacio. Un verdadero cristiano -un ser crístico- es aquel que libera su alma de la conciencia del cuerpo y la unifica con la Inteligencia Crística que satura la creación entera. 

El divino poder de la realización crística es una experiencia interior, que pueden recibir quienes sienten devoción pura por Dios y por su inmaculado reflejo como Cristo. El poder de las iglesias y templos se desvanecerá. La espiritualidad verdadera ha de surgir de los templos de las grandes almas que día y noche permanecen en el éxtasis de Dios.

Recuerda: Cristo busca los templos de las almas sinceras; él ama el silencioso altar de la devoción erigido en tu
corazón, donde moras con él en un santuario iluminado por la luz perpetuamente encendida de tu amor. Aquellos que meditan con devoción recibirán a Cristo en el altar de calma de sus propias conciencias.

Estas enseñanzas han sido enviadas para explicar la verdad tal como Jesús quería que fuera conocida por el mundo; no tienen el propósito de iniciar un nuevo cristianismo, sino el de dar a conocer lo que Cristo realmente enseñó: cómo llegar a ser un Cristo, cómo hacer resucitar al Cristo Eterno en el interior de nuestro propio Ser.

lunes, 30 de marzo de 2020

Diferencia entre Jesús y Cristo

Hay una distintiva diferencia de significado entre Jesús y Cristo. Jesús fue el nombre que recibió al nacer, en tanto que « Cristo» era su título honorífico. En el pequeño cuerpo humano llamado Jesús se produjo el
nacimiento de la vasta Conciencia Crística, la omnisciente Inteligencia de Dios que está presente en cada elemento y partícula de la creación.

El universo no es el simple resultado de la unión azarosa de fuerzas vibratorias y partículas subatómicas, tal como sostienen los científicos materialistas, es decir, una combinación casual de sólidos, líquidos y gases que da origen a la tierra, los océanos, la atmósfera y las plantas, todose ellos armoniosamente interrelacionados para proporcionar un hogar habitable a los seres humanos. Las fuerzas ciegas no pueden organizarse por sí solas para producir objetos inteligentemente estructurados. Así comos senecesita de la inteligencia humana para verter agua en los pequeños compartimentos de un recipiente adecuado y, luego, congelarla con el fin de obtener cubitos de hielo, así también podemos reconocer las manifestaciones de una oculta Inteligencia Inmanente que opera en la fusión del las vibraciones para dar lugar a formas cada vez más evolucionadas en todo el universo.

¿Acaso podría haber algo más milagroso que la presencia evidente de una Inteligencia Divina en cada partícula de la creación? Podemos vislumbrar esa presencia en el modo en que un árbol enorme emergeu una diminuta semilla; en los incontables mundos que giran en el espacio infinito, sujetos a una elaborada danza cósmica mediante la regulación precisa de las fuerzas universales; en el modo en que el cuerpo humano -tan maravillosamente complejo- se desarrolla a partir de una única célula microscópica, se halla dotado de una inteligencia consciente de sí misma y se sostiene por medio de un poder invisible que lo sana y le da vitalidad. En cada átomo de este asombroso universo, Dios obra milagros constantemente y, sin embargo, los hombres de mentalidad obtusa no saben valorarlos.

Cristo es la Infinita Inteligencia de Dios que está presente en toda la creación. El Cristo Infinito es «el Hijo unigénito» de Dios Padre, el único puro del Espíritu en el reino de lo creado. Esta Inteligencia Universal, Kutastha Chaitanya o Conciencia de Krishna según las escrituras hindúes  se manifestó plenamente en la encarnación de Jesús, Krishna y otros seres iluminados, y puede también manifestarse en tu propia conciencia.

lunes, 23 de marzo de 2020

La intercesión divina

La intercesión divina, cuyo fin es mitigar los efectos de la ley cósmica de causa y efecto [el karma] por la cual el ser humano sufre a consecuencia de sus errores, estaba presente en el corazón mismo de la misión de amor que Jesús hubo de cumplir en la tierra. [...] Jesús vino a mostrar la misericordia y la compasión de Dios, cuyo amor es un refugio que nos protege, incluso, del rigor de la ley.
El Buen Pastor de almas abrió sus brazos para recibir a todos, sin excluir a nadie, y mediante la atracción del amor universal impulsó al mundo a seguirle en el sendero hacia la liberación, a través del ejemplo
de su espíritu de sacrificio, renunciamiento, capacidad de perdón, amor por igual para amigos y enemigos y, sobre todas las cosas, amor supremo por Dios.

Ya fuera como el pequeño bebé en el pesebre de Belén, o como el salvador que sanaba a los enfermos, resucitaba a los muertos y aplicaba el bálsamo del amor sobre las heridas de los errores, el Cristo presente en Jesús vivió entre los seres humanos como uno más, para que también ellos pudieran aprender a vivir como dioses.

La Conciencia Crística: unidad con el infinito Gozo e Inteligencia de Dios que impregna la creación entera

Para llegar a comprender la magnitud de una encarnación divina, es preciso entender el origen y la naturaleza de la conciencia que se halla encarnada en un avatar. Jesús se refirió a dicha conciencia al declarar: «Yo y el Padre somos uno» (Juan 10:30) y « Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Juan 14:11). Aquellos que unen su conciencia a Dios conocen tanto la naturaleza trascendente del Espíritu como su naturaleza inmanente: la singularidad de la siempre existente, siempre consciente y eternamente renovada Dicha del Absoluto No Creado, así como también la miríada de manifestaciones de su Ser en la infinitud de formas en las cuales Él se diversifica para dar lugar al variado panorama de la creación.


lunes, 16 de marzo de 2020

¿Quién decís que soy yo?

La pregunta de Jesús «¿Quién decís que soy yo?» sigue pidiendo respuesta a cada generación creyente Y, naturalmente, no basta con afirmar verbalmente unos dogmas cuyo contenido e implicaciones se ignoran, ni tampoco con estar dispuesto a creer «lo que la Santa Madre Iglesia enseña» En realidad, cada creyente cree en lo que realmente cree él, es decir, en lo que personalmente va descubriendo en su seguimiento a Jesucristo, aunque lo haga, como es natural, en el seno de una comunidad. 

Con frecuencia, los creyentes nos limitamos a afirmar nuestra fe en Jesucristo, pero no nos acercamos a él, no buscamos el encuentro sincero y valiente con su mensaje, no nos dejamos cuestionar por su persona. 

La fe de muchos cristianos no se funda, por desgracia, en el encuentro con la persona de Jesús, sino en unas creencias que se han aceptado o suscrito desde la infancia con mayor o menor convicción. 

De esta manera, la fe cristiana pierde toda su originalidad y se convierte en simple afirmación de un credo religioso. En vez de creerle a Jesús, y descubrir desde él, el sentido último de la vida, nos adherimos más o menos conscientemente, a una doctrina que existe sobre Jesús y que es enseñada por la jerarquía eclesiástica. O en su defecto por una persona con "autoridad" suficiente, cómo lo sería un pastor.
Muchos ni siquiera sospechan que lo más original del cristianismo consiste en creerle a Jesucristo. 

Son bastantes los cristianos que entienden y viven su religión de tal manera que probablemente nunca podrán tener una experiencia un poco viva de lo que es encontrarse personalmente con Jesús. 

Ya en una época muy temprana de su vida, se han hecho una idea infantil de Jesús, cuando quizás no se habían planteado todavía con suficiente lucidez, las cuestiones a las que Jesucristo puede responder. Más tarde, ya no han vuelto a repensar su fe cristiana, bien porque la consideran algo banal y sin importancia alguna para sus vidas, bien porque no se atreven a examinarla con seriedad y rigor por temor a perderla, bien porque se contentan con conservarla de manera indiferente y apática, sin repercusión alguna en sus vidas. 

Desgraciadamente, no sospechan lo que Jesús podría ser para ellos. Como decía M. Legaut son «cristianos que ignoran quién es Jesús, y están condenados por su misma religión a no descubrirlo jamás». Todo lo que bastantes cristianos saben, piensan o creen de Jesucristo, se reduce a un conjunto de afirmaciones, sin apenas ninguna relación con sus verdaderas preocupaciones de la vida real, sin apenas incidencia ninguna en los problemas que viven o los intereses que los mueven, una especie de zona artificial donde se afirman y aprueban cosas que no tienen demasiada relación con el resto de la vida. Y, sin embargo, creer en Jesucristo es, antes que nada, encontrarse con él y descubrir poco a poco que es el único capaz de responder, de manera definitiva, a los anhelos, necesidades y esperanzas más profundos del hombre. 

Creer en Jesucristo es aprender a vivir desde él. Descubrir desde Jesús cuál es la manera más acertada y más humana de enfrentarse a la vida y a la muerte. Descubrir desde Jesús qué es ser hombre y atrevernos a serlo hasta el final.

Texto tomado y adaptado del libro:
Jesús de Nazaret
El hombre y su mensaje
Autor: José Antonio Pagola

lunes, 24 de febrero de 2020

Jesús el avatar

El desafío de enfrentar una vida llena de misterios irresueltos e irresolubles en un universo enigmático sería abrumador para los simples mortales, si no fuera por los emisarios divinos que vienen a la tierra
para hablar con la voz y autoridad de Dios a fin de guiar al ser humano.

Hace milenios, en eras pretéritas más elevadas de la India, los rishis
describieron la manifestación de la Benevolencia Divina, de «Dios con nosotros», en forma de encarnaciones divinas o avatares: seres iluminados a través de los cuales Dios se encarna sobre la tierra. [...]
Muchas son las voces que han mediado entre Dios y el hombre; se trata de los khanda avatares o encarnaciones parciales de Dios en almas que poseen conocimiento divino. Son menos frecuentes, en cambio, los purna avatares o seres liberados que están completamente unidos a Dios y cuyo regreso a la tierra tiene por objeto el cumplimiento de una misión encomendada por mandato divino.
En el Bhagavad Guita -la sagrada Biblia de los hindúes-, el Señor declara:
«Cuando quiera que la virtud declina y el vicio prevalece, Yo me encarno como un avatar. Era tras era, aparezco en forma visible para proteger al justo y destruir la maldad, a fin de restablecer la virtud».

La misma y única conciencia gloriosa e infinita de Dios -la Conciencia Crística Universal o Kutastha Chaitanya- adquiere una apariencia familiar al ataviarse con la individualidad de un alma iluminada, provista de una personalidad singular y una naturaleza espiritual adecuadas para la época y el propósito de esa encarnación.

Si no fuese por esta intercesión del amor de Dios que se manifiesta en la tierra a través del ejemplo, el mensaje y la mano rectora de sus
avatares, sería prácticamente imposible que la desorientada humanidad hallara el sendero hacia el reino de Dios en medio del tenebroso miasme de la ilusión mundana -la sustancia cósmica en la que habita el hombre-. Con el fin de evitar que sus hijos sumidos en la oscuridad de la ignorancia permanezcan por siempre perdidos en los engañosos laberintos de la creación, el Señor acude una y otra vez, bajo la forma de los profetas iluminados, para alumbrar el camino. [...]
Jesús fue precedido por Gautama Buda, «el Iluminado», cuya encarnación le recordó a una generación desmemoriada el Dharma Chakra, la rueda del karma, cuyo constante giro implica que las acciones puestas en marcha por el ser humano, así como sus correspondientes efectos, determinan que cada hombre -y no un Dictador Cósmico- sea el responsable de su propio estado actual. Buda devolvió el espíritu compasivo a la árida teología y a los rituales mecánicos en que había caído la antigua religión védica tras el final de una era más elevada en la cual Bhagavan Krishna, el más amado de los avatares de la India, predicó el sendero del amor divino y de la realización de Dios mediante la práctica de la suprema ciencia espiritual del yoga, la unión con Dios.

lunes, 17 de febrero de 2020

Senderos del Yoga


El Yoga comprende varios senderos que conducen a esta meta, cada uno de los cuales constituye una rama especializada de dicha ciencia:

Hatha Yoga: es un sistema de posturas físicas, llamadas asanas, cuyo objetivo principal es purificar el cuerpo, facilitando así la percepción y el control de sus estados internos y preparándolo de manera adecuada para la meditación.

Karma Yoga: es la senda del servicio desinteresado que, sin apego a los resultados, prestamos a los demás, a quienes consideramos como parte de nuestro Ser más vasto; también implica ejecutar todas las acciones con la conciencia de que Dios es el Hacedor.

Mantra Yoga: es el método que consiste en centrar la conciencia en nuestro interior por medio de japa o la repetición de los sonidos universales de ciertas palabras raíz que representan un aspecto particular del Espíritu.

Bhakti Yoga: es la senda de la devoción y de la entrega total, mediante la cual nos esforzamos por amar y contemplar a Dios en todos los seres y en todas las cosas, rindiéndole así una constante adoración.

Guiana Yoga: es la senda de la sabiduría, que pone énfasis en el uso de la inteligencia discernidora para lograr la liberación espiritual.

Raja Yoga: es el sendero regio o más elevado del Yoga. Combina lo esencial de todas las demás sendas; fue sistematizado de manera formal en el siglo II a. C. por Patanjali, el sabio de la India.

El aspecto primordial del sistema de Raja Yoga que equilibra y unifica todos los enfoques anteriores es la práctica de métodos definidos y científicos de meditación que, desde los primeros esfuerzos, nos capacitan para percibir vislumbres de la meta final: la unión consciente con la bienaventuranza infinita del Espíritu.

El procedimiento más rápido y eficaz consiste en el uso de métodos de meditación que actúan directamente sobre la energía y la conciencia. Este enfoque directo es lo que caracteriza al Kriya Yoga, la forma especial de meditación de Raja Yoga que enseñó Paramahansa Yogananda.

La más amada de las escrituras de la India –el Bhagavad Guita-es un profundo tratado acerca de la unión con Dios y, al mismo tiempo una receta imperecedera cuya finalidad es alcanzar el éxito  equilibrado y la felicidad en la vida cotidiana. El hecho de que Jesús conoció y enseñó esta misma ciencia universal para comulgar con el Ser Supremo, así como idénticos preceptos destinados a la vida espiritual, es lo que Paramahansa Yogananda ha venido a revelar al mundo en general a través de las páginas de su libro.

lunes, 10 de febrero de 2020

¿Qué es el yoga realmente?


La mayoría de las personas suelen buscar la satisfacción de sus anhelos fuera de sí mismas. El mundo en que vivimos nos ha condicionado a creer que los logros exteriores pueden brindarnos lo que en realidad deseamos. No obstante, la experiencia nos demuestra, una y otra vez, que nada exterior es capaz de satisfacer por completo ese profundo anhelo de «algo más». 

Sin embargo, generalmente vivimos esforzándonos para lograr aquello que siempre parece estar casi a punto de alcanzarse. De ahí que nos sumerjamos en el «hacer» en lugar del «ser», en la acción en lugar de la percepción interior. Nos resulta difícil imaginar un estado de calma y absolutos en el los pensamientos y las sensaciones cesen el continuo movimiento de su danza. Y sin embargo, sólo en esa quietud se puede adquirir un estado de gozo y comprensión imposible de obtener de otra manera.

La Biblia declara: «Aquietaos y sabed que Yo soy Dios» *. Esta breve afirmación encierra la clave de la ciencia del yoga. Esta antigua ciencia espiritual ofrece un medio directo para calmar la turbulencia natural de los pensamientos y la inquietud corporal que nos impiden conoces de otra manera nuestra verdadera esencia.Por lo general, la conciencia y la energía se dirigen hacia el exterior hacia las cosas del mundo que percibimos mediante los limitados instrumentos de los cinco sentidos. Puesto que la razón humana depende de información parcial -y con frecuencia engañosa- que le suministran los sentidos, debemos aprender a conectarnos con niveles más profundos y sutiles de conciencia, si hemos de descifrar los enigmas de la vida a saber: Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Cómo puedo conocer la Verdad?

El yoga es un proceso simple consistente en invertir el flujo de la energía y la conciencia -que de ordinario se encauza hacia el exterior- lo cual permite a la mente convertirse en un centro dinámico de percepción capaz de aprehender la Verdad por experiencia directa, sin depender de los falibles sentidos.Mediante la práctica de los métodos específicos del yoga -y sin necesidad de aceptar nada sobre la base de una fe ciega o de una reacción puramente emocional- llegamos a conocer nuestra identidad con la Inteligencia Infinita, el Poder y el Gozo que dan vida a todo lo existente y constituyen la esencia misma de nuestro Ser.

Muchas técnicas superiores del yoga apenas fueron comprendidas o practicadas en siglos pasados, debido a que la humanidad poseía un conocimiento limitado de las fuerzas que gobiernan el universo. La investigación científica actual, sin embargo, está modificando con rapidez nuestra concepción del mundo y de nosotros mismos. El descubrimiento de que la materia y la energía son básicamente lo mismo ha hecho desaparecer el tradicional concepto materialista de la vida, ante la evidencia de que toda sustancia puede reducirse a un patrón o forma de energía que interacciona y se interconecta con otras formas. 

Algunos de los físicos más prestigiosos del presente van aún más allá y establecen que la base fundamental de todo ser es la conciencia. La ciencia moderna confirma así los antiguos principios del yoga que proclaman la unidad esencial de todo el universo.El propio término yoga significa «unión»: la unión de la conciencia individual o alma con la Conciencia Universal o Espíritu. Aun cuando muchas personas creen que yoga consiste únicamente en ejercicios físicos (las asanas o posturas que han ganado tanta popularidad en décadas recientes), en realidad éstos sólo representan el aspecto más superficial de esta profunda ciencia cuyo objeto es el desarrollo del infinito potencial de la mente y el alma humanas. 


lunes, 3 de febrero de 2020

El Yoga de Jesús es una Introducción

La obra breve El Yoga de Jesús, como la presenta  Paramahansa Yogananda puede proporcionar una mirada introductoria acerca de la profunda e inspiradora unidad existente entre las enseñanzas de Jesús el Cristo y aquellas del yoga. Quienes a  partir de estos textos seleccionados se sientan motivados a continuar estudiando el tema hallarán abundantes detalles y enseñanzas prácticas la vida cotidiana en los dos volúmenes de The Second Coming of Christ. Tal como lo expresa Paramahansa Yogananda en la introducción a dicha obra:

"En estas páginas, ofrezco al mundo una interpretación espiritual, percibida a través de la intuición, de las palabras de Jesús; estas verdades las he recibido mediante la comunión real con la Conciencia Crística. Si se estudian a conciencia y se medita sobre ellas con la percepción intuitiva del alma despierta, se comprobará que son universalmente ciertas y que muestran la perfecta unidad existente entre las revelaciones de la Biblia cristiana, el Bhagavad Guita de la India y todas las demás escrituras auténticas que han desafiado el paso del tiempo."

"Los salvadores del mundo no vienen con el propósito de fomentar divisiones doctrinales hostiles; sus enseñanzas no deben ser utilizadas tal fin. Incluso referirse al Nuevo Testamento como la Biblia "cristiana" es, en cierto modo, impropio, dado que no se trata del patrimonio exclusivo de ninguna confesión religiosa en particular. La Verdad se halla elevar a la raza humana en su conjunto. Así como la Conciencia Crística es universal, así también Jesucristo perte destinada a beneficiar y elevar a la raza humana en su conjunto. Así como la Conciencia Crística es universal, así también pertenece a todos".

lunes, 27 de enero de 2020

El yoga de Jesús


Paramahansa Yogananda es reconocido como «el padre del yoga en Occidente» y considerado una de las figuras espirituales más destacadas de nuestro tiempo. The Second Coming of Christ -su monumental obra acerca de «las enseñanzas originales de Jesús- se publicó en 2004 en dos grandes volúmenes que suman más de 1.700 páginas. Llevando al lector, versiculo por versículo, a través de los cuatro Evangelios, los 75 discursos que componen la obra aportan profundas disertaciones sobre el verdadero significado del mensaje de Jesús, mostrando que sus palabras sólo se pueden comprender plenamente si se examinan a la luz de su propósito original: ofrecer un sendero hacia la experiencia directa y  personal del «Reino de Dios dentro de vosotros».

lunes, 20 de enero de 2020

La segunda venida de Cristo

• ¿Enseñó Jesús la ciencia de la meditación -a semejanza de los
antiguos sabios y maestros de Oriente-, considerándola como el
camino para entrar en el Reino de los Cielos?
• ¿Existieron acaso enseñanzas ocultas que les fueron transmitidas  a los discípulos más cercanos y se perdieron o eliminaron com el paso de los siglos?
• ¿Enseñó realmente Jesús que quienes no sear cristiantos se hallan excluidos del reino de Dios? ¿Puede la lectura literal de los
Evangelios aportarnos en verdad, de manera profunda, el trascendental mensaje de Jesús para la humanidad?

Con reverente entendimiento y una claridad sin precedentes, Paramahansa Yogananda responde a estos y muchos otros interrogantes en su libro The Second Coming of Christ: The Resurrection of the Christ
Within You' [La Segunda Venida de Cristo: La resurrección del Cristo que mora en tu interior]. Y las conclusiones del autor concuerdan de forma extraordinaria con las continuas investigaciones de los estudiosos
contemporáneos en materia de religión acerca del profundo contenido esotérico y vivencial del cristianismo de los primeros tiempos, tal como se demuestra en los «evangelios gnósticos" y otros manuscritos recientemente descubiertos que se hallaban perdidos desde los siglos II y III de nuestra era.