domingo, 27 de mayo de 2012

El bastón de Jesús se convirtió en árbol


En el texto apócrifo llamado “Libro de la Infancia del Salvador”, sección 5, nos encontramos con un pasaje muy bonito, en donde Jesús atiende las necesidades de su madre:

Otro día por la mañana, cuando todavía el rocío templaba la fuerza del sol, subieron María y José de las regiones de Tiro y Sidón a Nazaret. A medida que subía el sol, María se sentía más pesada y acabó por sentarse en tierra presa de la fatiga.
Y dijo a José: “Ha subido la fuerza del sol por lo que me siento agobiada. ¿Qué puedo hacer? No hay una sombra para cobijarme”. Y elevando las manos al cielo, oró diciendo. “¡Oh virtud del altísimo!, según aquella palabra amable que oí en una ocasión sobre ti, cúbreme con tu sombra y dame tu refrigerio”. Jesús al oír estás palabras, se alegró y clavó en tierra el palo seco que sostenía en la mano a modo de bastón y dijo con tono de mando: “Proporciona inmediatamente a mi madre una sombra gratísima”. Y al punto aquella vara se transformó en un árbol espero y frondoso que ofrecía a los que descansaban a su sombra un dulce refrigerio.

* * *

Recientemente se celebró el día de la madre, y ese día no publiqué nada, pero lo hizo con alevosía y premeditación, ya que yo estaba dedicado 100% a mi madre y mi suegra; de modo que ese día fuera en verdad su día, solo busqué (junto a mi esposa) que se sintieran atendidas. Y aunque sé que hay madres que no han querido ser y abandonan a sus hijos, también hay madres que son déspotas y madres que son muy difíciles de complacer, siempre hay algo que podamos hacer por ellas. Jesús, por supuesto con todo su poder, toma una rama seca y hace florecer un árbol. Nosotros no podríamos hacer eso, pero sí que podríamos hacer mucho más por nuestra madre, y no solo el día de la madre, sino cada vez que la veamos, ¿es difícil?, sí, pero si fuera fácil, ¿valdría la pena?.

Que Dios nos de sabiduría para saber apreciar lo que nuestra madre y podamos hacer por ella tanto como nuestras vidas no lo permitan.

¡Feliz domingo!

domingo, 6 de mayo de 2012

La mujer samaritana


Muchos habrán leído este pasaje de la Biblia, donde Jesús le pide agua a una samaritana que estaba cerca de un pozo. El pasaje lo voy a tomar de Juan 4, 7-10:
“Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿cómo tú siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el Don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.”

Quizá para nosotros, en nuestro mundo occidental no vemos hablar con una mujer en público como algo tabú o malo, para nosotros es algo de lo más normal. Sin embargo, recordemos que en tiempos de Jesús la mujer es despreciada, dejada a un lado para cualquier actividad, sobre todo para aquellas que tienen que ver con conocimientos espirituales. Incluso el Talmud lo advierte: Que se quemen las palabras de la ley en vez de que se encomienden a una mujer.

Así eran los judíos con las mujeres, e igualmente su odio contra los samaritanos es algo bien sabido. Estas son las acciones de Jesús en donde se nota la separación de su pensamiento en relación a la realidad de los judíos. E igualmente, el innumerable de veces en donde hace caso omiso al Sabbat. Son estas acciones las que nos permite ver a un Jesús alejado de doctrinas que se rigen textualmente por lo que dice la ley, sino que la interpreta y saca algo buena de eso.

¡Feliz domingo!