lunes, 7 de septiembre de 2020

Los talentos


Mateo 25, 15-30: Sucederá también con el reino de los cielos como con un hombre que, estando a punto de irse a otro país, llamó a sus empleados y les encargó que le cuidaran su dinero.

A uno de ellos le entregó cinco mil monedas, [2] a otro dos mil y a otro mil: a cada uno según su capacidad. Entonces se fue de viaje.

 

El empleado que recibió las cinco mil monedas hizo negocio con el dinero y ganó otras cinco mil monedas. Del mismo modo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. Pero el que recibió mil fue y escondió el dinero de su jefe en un hoyo que hizo en la tierra.

 

Mucho tiempo después volvió el jefe de aquellos empleados, y se puso a hacer cuentas con ellos.  Primero llegó el que había recibido las cinco mil monedas, y entregó a su jefe otras cinco mil, diciéndole: “Señor, usted medio cinco mil, y aquí tiene otras cinco mil que gané.”

El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.”

 

Después llegó el empleado que había recibido las dos mil monedas, y dijo: “Señor, usted me dio dos mil, y aquí tiene otras dos mil que gané.”

El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.”

 

Pero cuando llegó el empleado que había recibido las mil monedas, le dijo a su jefe: “Señor, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no sembró y recoge donde no esparció. Por eso tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Pero aquí tiene lo que es suyo.”

El jefe le contestó: “Tú eres un empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y que recojo donde no esparcí, deberías haber llevado mi dinero al banco, yo, al volver, habría recibido mi dinero más los intereses”.

 

Y dijo a los que estaban allí: “Quítenle las mil monedas, y dénselas al que tiene diez mil. Porque al que tiene, se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. Y a este empleado inútil, échenlo fuera, a la oscuridad. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.

 

 * * *

 

Un pasaje largo y que tiene vigencia hoy y siempre. Lo importante que trata de transmitir el Maestro en esta parábola es simple: usemos nuestros talentos, porque en la medida que los usemos, seremos recompensados con más, el doble o más.

Una sola advertencia: que el talento no se transforme en arrogancia, sino pierde su valor.

 

Feliz inicio de semana.

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