Muchos habrán leído este pasaje de la Biblia, donde Jesús le pide agua a
una samaritana que estaba cerca de un pozo. El pasaje lo voy a tomar de
Juan 4, 7-10:
“Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le
dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de
comer. La mujer samaritana le dijo: ¿cómo tú siendo judío, me pides a mí de
beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre
sí. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el Don de Dios, y quién es el que
te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.”
Quizá para nosotros, en nuestro mundo occidental no
vemos hablar con una mujer en público como algo tabú o malo, para nosotros es algo
de lo más normal. Sin embargo, recordemos que en tiempos de Jesús la mujer es
despreciada, dejada a un lado para cualquier actividad, sobre todo para
aquellas que tienen que ver con conocimientos espirituales. Incluso el Talmud
lo advierte: Que se quemen las palabras de la ley en vez de que se encomienden
a una mujer.
Así eran los judíos con las mujeres, e igualmente su
odio contra los samaritanos es algo bien sabido. Estas son las acciones de
Jesús en donde se nota la separación de su pensamiento en relación a la
realidad de los judíos. E igualmente, el innumerable de veces en donde hace
caso omiso al Sabbat. Son estas acciones las que nos permite ver a un Jesús
alejado de doctrinas que se rigen textualmente por lo que dice la ley, sino que
la interpreta y saca algo buena de eso.
¡Feliz domingo!
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