No amontonen tesoros en esta tierra, donde la polilla y la herrumbre echan a perder las cosas, y donde los ladrones perforan los muros y roban. Amontonen mejor tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre echan a perder las cosas, y donde los ladrones no perforan los muros y roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.
El ojo es la lámpara del cuerpo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo está iluminado; pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo está en tinieblas. Y si la luz que hay en ti es tiniebla, ¡qué grande será la oscuridad!
Nadie puede servir a dos amos; porque odiará a uno y amará al otro, o será fiel a uno y al otro no le hará caso. Ustedes no pueden servir a Dios y al dinero.
Mateo 6, 19-24
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Los tesoros de la tierra versus los tesoros del cielo, la luz versus la oscuridad, servir al dinero versus servir a Dios. Como he comentado antes Jesús siempre nos pone en disyuntivas, es decir, debemos elegir, y a cada momento elegimos. Ser consciente de esas situaciones quizá sea lo más difícil, pero fijémonos en que otra vez Jesús habla de nuestra vista, igualmente los griegos tenían mucha estima por este sentido. Igualmente, hoy le tenemos mucha estima, ya que tenemos un dicho "una imagen dice más que mil palabras".
Tenemos que estar pendientes, muy pendientes, nuestros sentidos deben ayudarnos, pues sino quedamos a oscuras.
Y a mi parecer, el primer tesoro que debemos conservar es la palabra, las enseñanzas de nuestro Maestro, y conservarlas en nuestra vida y nuestra mente todo el tiempo, para que a través de ellas y de nuestros sentidos, podamos escoger correctamente.
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