Surgió entre los discípulos una discusión sobre quién sería más importante.
Jesús, al darse cuenta de la discusión, tomó a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
- El que recibe a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado, porque el más pequeño entre ustedes es el más importante.
Lucas 9, 46-48
* * *
Jesús de nuevo nos pone en dificultades, y no imagino la cara de los discípulos cuando le dijo que "el más pequeño entre ustedes es el más importante". Lo único que imagino son caras de asombro, miradas encontradas, etc. Ser el más importante en el grupo de los discípulos ante el maestro es de lo más normal. Imagine que está en clase y es el favorito del profesor, usted se siente muy bien, y el profesor se complace con usted también. Así nos ha sucedido a todos, ser el favorito o el más importante puede llegar a ser muy estimulante. Sin embargo, con Jesús las cosas son diferentes, el no quiere favoritos, nos ama a todos por igual, desde el más insignificante, es decir, sobretodo a los insignificantes.
Ahora imaginen la cara del niño, sonriente, ante un adulto que le dice que es el más importante. Pues sí, resulta, que son ellos los más importante, pues algún día serán adultos, y dependiendo de como vivieron cuando eran niños, pues eso se verá reflejado en el adulto, en su momento.
Jesús entendía y me parece que lo que les hizo caer en cuanta a los discípulos es: ustedes son mis discípulos, yo los escogí, todos son importantes para mí, pero si sólo están pendiente de quién es el más importante, no podrán ayudarse entre ustedes cuando yo ya no esté.
Y notemos que Jesús recalca el hecho de ayudar al menospreciado cuando dice que quien recibe al niño lo recibe a Él, nada menos y nada más... y quien lo recibe a Él está recibiendo a Dios mismo; esto es para que no nos quede alguna duda.
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