martes, 29 de septiembre de 2020

Evangelios gnósticos: ¿el cristianismo olvidado?


 A raíz del notable descubrimiento de textos gnósticos del cristianismo primitivo en Nag Hammadi (Egipto), en 1945, se puede vislumbrar parte de lo que perdió el cristianismo convencional durante el proceso de «occidentalización». En su libro Los enamgeias gnásticos (Critica, Barcelona, 2006), la Dra. Elaine Pagels escribe lo siguiente: Los textos de Nag Hammadi, y otros como ellos que circulaban en los comienzos de la era cristiana, fueron denunciados como heréticos por los cristianos ortodoxos en la mitad del siglo II. Pero los que escribieron e hicieron circular estos textos no se consideraban a sí mismos como "herejes". La mayoría de los escritos utilizan una terminología cristiana, claramente relacionada con una herencia judía. 

Muchos afirman ofrecer tradiciones secretas acerca de Jesús, unas tradiciones ocultas a ojos de "los muchos" que constituyen lo que, en el siglo II, dio en llamarse la "iglesia católica". Actualmente a estos cristianos se los llama gnósticos", del griego "gnosis", palabra que suele traducirse por "conocimiento".

Porque del mismo modo que a aquellos que dicen no conocer nada sobre la realidad última se los denomina "agnósticos" (literalmente: "que no conocen"), a la persona que sí afirma conocer tales cosas se la llama "gnóstica" ("conocedora").

Pero gmosis no significa principalmente conocimiento racional. Tal como la utilizan los gnósticos, podríamos traducirla por "intuición", porque gnosis entraña un proceso intuitivo de conocerse a uno mismo. Según los maestros gnósticos, conocerse a uno mismo, en el nivel más profundo, es al mismo tiempo conocer a Dios; éste es el secreto de la gnosis.

El "Jesús vivo" de estos textos habla de ilusión y de iluminación, no de pecado y arrepentimiento, como el Jesús del Nuevo Testamento. En lugar de venir a salvarnos del pecado, viene como guía para abrir el acceso a la compresión espiritual.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Las enseñanzas perdidas de Jesús

Cristo ha sido muy malinterpretado por el mundo. Incluso los principios más elementales de sus enseñanzas han sido profanados --crucificados a manos del dogma, los prejuicios y la falta de entendimiento y la profundidad esotérica de esos principios ha quedado en el olvido.
Bajo la supuesta autoridad de doctrinas del cristianismo forjadas por el hombre, se han librado guerras genocidas y se ha quemado a gente en la hoguera bajo la acusación de brujería o herejía. ¿Cómo podemos resca-
tar estas inmortales enseñanzas de las garras de la ignorancia? Es precisoconocer a Jesús como un Cristo oriental, como un yogui supremo que manifestó completo dominio sobre la ciencia universal de la unión con Dios
y, por lo tanto, pudo hablar y actuar como un salvador contaba con la voz y la autoridad de Dios. Jesús ha sido occidentalizado en exceso.
Jesús era oriental, tanto por nacimiento como por lazos de sangre y la instrucción recibida. Disociar a un maestro espiritual de sus oríge-
nes y entorno es empañar el entendimiento a través del cual se le debe percibir. Con independencia de lo que Jesús el Cristo era por sí mismo -en lo relativo a su propia alma-, por el hecho de nacer y haber alcanzado la madurez en Oriente, él tuvo que utilizar la civilización oriental, sus costumbres, peculiaridades, lenguaje y parábolas como instrumento para divulgar su mensaje. Por lo tanto, con el fin de entender a Jesucristo y sus enseñanzas debemos estar receptivos y bien predispuestos hacia el punto de vista oriental -en especial, hacia la civilización antigua y moderna de la India, sus escrituras religiosas, tradiciones, filosofías, creencias espirituales y experiencias metafísicas intuitivas—. Si bien las enseñanzas de Jesús, desde la perspectiva esotérica, son universales, están impregnadas de la esencia de la cultura oriental y se encuentran arraigadas en influencias orientales que se han adaptado al ambiente occidental.

Podemos comprender correctamente los Evangelios a la luz de las enseñanzas de la India: no de interpretaciones distorsionadas del hinduísmo, con su opresivo sistema de castas o la práctica de adorar piedras, sino de la sabiduría filosófica de los rishis cuyo objeto es la salvación del alma, es decir, aquellas enseñanzas que constituyen no la cáscara sino el meollo de los Vedas, los Upanishads y el Bhagavad Guita. Esta esencia de la Verdad (el Sanatana Dharma o los eternos principios de la rectitud que sostienen al hombre y al universo) le fue conferida al mundo miles de
años antes de la era cristiana y se conservó en la India con una vitalidad espiritual que ha convertido la búsqueda de Dios en el único propósito de la vida y no en un simple pasatiempo de salón.


lunes, 7 de septiembre de 2020

Los talentos


Mateo 25, 15-30: Sucederá también con el reino de los cielos como con un hombre que, estando a punto de irse a otro país, llamó a sus empleados y les encargó que le cuidaran su dinero.

A uno de ellos le entregó cinco mil monedas, [2] a otro dos mil y a otro mil: a cada uno según su capacidad. Entonces se fue de viaje.

 

El empleado que recibió las cinco mil monedas hizo negocio con el dinero y ganó otras cinco mil monedas. Del mismo modo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. Pero el que recibió mil fue y escondió el dinero de su jefe en un hoyo que hizo en la tierra.

 

Mucho tiempo después volvió el jefe de aquellos empleados, y se puso a hacer cuentas con ellos.  Primero llegó el que había recibido las cinco mil monedas, y entregó a su jefe otras cinco mil, diciéndole: “Señor, usted medio cinco mil, y aquí tiene otras cinco mil que gané.”

El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.”

 

Después llegó el empleado que había recibido las dos mil monedas, y dijo: “Señor, usted me dio dos mil, y aquí tiene otras dos mil que gané.”

El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.”

 

Pero cuando llegó el empleado que había recibido las mil monedas, le dijo a su jefe: “Señor, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no sembró y recoge donde no esparció. Por eso tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Pero aquí tiene lo que es suyo.”

El jefe le contestó: “Tú eres un empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y que recojo donde no esparcí, deberías haber llevado mi dinero al banco, yo, al volver, habría recibido mi dinero más los intereses”.

 

Y dijo a los que estaban allí: “Quítenle las mil monedas, y dénselas al que tiene diez mil. Porque al que tiene, se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. Y a este empleado inútil, échenlo fuera, a la oscuridad. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.

 

 * * *

 

Un pasaje largo y que tiene vigencia hoy y siempre. Lo importante que trata de transmitir el Maestro en esta parábola es simple: usemos nuestros talentos, porque en la medida que los usemos, seremos recompensados con más, el doble o más.

Una sola advertencia: que el talento no se transforme en arrogancia, sino pierde su valor.

 

Feliz inicio de semana.