La enseñanza principal de Jesús: cómo convertirse en un Cristo
La tarea de Dios en la creación es hacer regresar a todos los seres a la unidad consciente con Él mismo, mediante los dictados evolutivos de la Inteligencia Crística. [...] Cuando el sufrimiento se extiende sobre la tierra, Dios responde al llamado del alma de sus devotos y envía a un hijo divino para que, por medio de su ejemplar vida espiritual en la
que se manifiesta plenamente la Conciencia Crística, pueda enseñar a los seres humanos a cooperar con la obra de salvación de Dios en sus propias vidas.
Fue a esa Conciencia Infinita, saturada del amor y la dicha de Dios, a la que se refirió San Juan cuando dijo: «Pero a todos los que la recibieron [la Conciencia Crística) les dio poder de hacerse hijos de Dios», Así pues, de acuerdo con las enseñanzas mismas de Jesús tal como fueron registradas por Juan --el más avanzado de sus apóstoles-, todas las almas que alcanzan la unión con la Conciencia Crística mediante la intuitiva realización del Ser' merecen, con justicia, ser llamados hijos de Dios.
Recibir a Cristo no es un logro que se pueda conseguir por el simple hecho de pertenecer a una congregación religiosa, o por medio del ritual externo de aceptar a Jesús como nuestro salvador pero sin llegar jamás a conocerle en verdad mediante el contacto con él en la meditación. Conocer a Cristo significa cerrar los ojos, expandir la conciencia y hacer profunda nuestra concentración que, a través de la luz interior de la intuición del alma, participemos de la misma conciencia que poseía Jesús.
San Juan y otros discípulos avanzados que realmente le «recibieron percibían a Jesús como la Conciencia Crística que está presente en cada partícula del espacio. Un verdadero cristiano -un ser crístico- es aquel que libera su alma de la conciencia del cuerpo y la unifica con la Inteligencia Crística que satura la creación entera.
El divino poder de la realización crística es una experiencia interior, que pueden recibir quienes sienten devoción pura por Dios y por su inmaculado reflejo como Cristo. El poder de las iglesias y templos se desvanecerá. La espiritualidad verdadera ha de surgir de los templos de las grandes almas que día y noche permanecen en el éxtasis de Dios.
Recuerda: Cristo busca los templos de las almas sinceras; él ama el silencioso altar de la devoción erigido en tu
corazón, donde moras con él en un santuario iluminado por la luz perpetuamente encendida de tu amor. Aquellos que meditan con devoción recibirán a Cristo en el altar de calma de sus propias conciencias.
Estas enseñanzas han sido enviadas para explicar la verdad tal como Jesús quería que fuera conocida por el mundo; no tienen el propósito de iniciar un nuevo cristianismo, sino el de dar a conocer lo que Cristo realmente enseñó: cómo llegar a ser un Cristo, cómo hacer resucitar al Cristo Eterno en el interior de nuestro propio Ser.
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