Del Evangelio según Mateo 7, 15-20
Cuídense de esos mentirosos que pretenden hablar de
parte de Dios. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son
lobos feroces.
Ustedes los pueden reconocer por sus acciones, pues no
se cosechan uvas de los espinos ni higos de los cardos.
Así, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol
malo da fruto malo.
El árbol bueno no puede dar fruto malo, ni el árbol
malo dar fruto bueno.
Todo árbol que no da buen fruto, se corta y se echa al
fuego.
De modo que ustedes los reconocerán por sus acciones.
* * *
¿Dios toma en cuenta nuestras acciones o no? Si esta
frase no nos convence no sé cuál otra podrá hacerlo: “Todo árbol que no da buen
fruto, se corta y se echa al fuego.” Así como Jesús habla en este pasaje de
falsos profetas, que podríamos pensar en los pastores y sacerdotes que no son
verdaderos seguidores de Jesús; pero también la cosa es con nosotros. Nosotros
mismos podemos ser profetas falsos, y
¿cómo es esto? Fácil. Si somos de las personas que predica pero no hace,
somos un falso profeta; si mandamos a hacer a los demás, pero nosotros somos
incapaces de hacer lo que pedimos a otros, somos unos falsos profetas.
Algunos cristianos tienen la idea de que si se cree
solo en Jesús, estás salvo. Bueno, yo les pregunto ¿es este pasaje solo un
cuento de esos de Jesús o qué? Más claro imposible. Un pastor que cobra un
diezmo y no reparte sus ganancias entre los más necesitados es un falso, un
sacerdote que predica los mandamientos y se acuesta con una mujer, es un falso.
Y así sucesivamente.
Es posible que alguno haya cometido errores y se haya
convertido en falso profeta en un momento dado, lo importante es hacer la
corrección y no volver a cometer ese error o pecado, como guste llamarlo.