domingo, 24 de abril de 2011

¿Dónde está el Reino?

En el evangelio apócrifo según Tomás, dice: (3) Jesús dijo: Si los que os guían os dicen: “¡He aquí que el Reino está en el cielo!”, entonces los pájaros del cielo se os adelantarán. Si os dicen: “(Está) en el mar”, entonces los peses se os adelantarán. En cambio, el Reino está dentro de vosotros y fuera de vosotros.

Son pocos los pasajes en los libros canónicos en donde Jesús haya estado en una sinagoga enseñando, sí los hay, pero son pocos; eso siempre me ha llamado mucho la atención. Hablar de Jesús y sus enseñanzas sería genial en una montaña, en un parque, en una plaza, en cualquier lugar, como dice el texto apócrifo de Tomás: “el Reino está dentro de nosotros”; si en nuestro corazón está la palabra de Jesús, en cualquier lugar estaremos en presencia del Reino de Dios. Si bien Jesús habla sobre el templo como lugar de oración (Marcos 11, 17), los lugares que escoge para sus grandes discursos son una montaña (El Sermón de la montaña), o una barca en frente a un muelle, etc.

Cuando el Reino de Dios lo tenemos en el corazón, entonces nos acompaña a cualquier lado que vayamos. Si bien los católicos y cristianos, y demás religiones poseen un lugar de reunión, me inclino más por el método de Jesús.

A veces ir a una iglesia no hace una diferencia significativa porque puede que el encargado de enseñar la palabra (sacerdote, diácono, etc.) no esté suficientemente capacitado, o sea muy ortodoxo, o simplemente repite las mismas palabras que acaba de leer, es decir, no hacen un esfuerzo por llegar al corazón de las personas, sino que simplemente hace el rito por cumplir con “sus funciones”. En fin, quizá me haya desviado un poco del tema, pero para cerrar les digo, Dios no está en un templo, el templo es un lugar de recogimiento y oración pues nos permite aislarnos un poco del bullicio exterior, pero no es el único lugar, como comenté en otro pasaje la misma habitación nuestra es un lugar para orar, una montaña con un paisaje hermoso es un lugar propicio para orar y para encontrarnos con nuestro Creador.

Feliz domingo a todos.

domingo, 17 de abril de 2011

El padrastro de Jesús

Son pocos los pasajes en los que aparece José en la historia de Jesús, es muy poca la información que nos ofrecen los textos canónicos al respecto. Sin embargo, hay un texto apócrifo llamado “Historia de José el carpintero”, y es un texto muy bonito en el que Jesús mismo narra la historia de su padre, según la carne, José.

La historia inicia en el momento que José enviuda: “Hubo un hombre, llamado José, oriundo del pueblo de Belén, de la región de Judá y de la ciudad del rey David. Instruido excelentemente en la ciencia y en la doctrina, fue nombrado sacerdote en el templo del Señor. Fue experto en el arte de la carpintería. De acuerdo con la costumbre de todos los hombres, tomó esposa. Y también engendro hijos e hijas, cuatro varones y dos hembras. Estos son sus nombres: Judas, Justo, Santiago y Simón; los nombres de las dos hijas eran Asia y Lidia. Pero falleció la esposa del justo José, que había estado siempre atenta a la gloria de Dios en todas sus obras. Y José, aquel varón justo, mi padre según la carne y esposo de María, mi madre, se dedicó, en compañía de sus hijos, a su profesión de carpintero.

Luego de eso el texto continúa con la presentación de María al templo a sus doce años. Los sacerdotes buscaron entonces un varón justo para que cuidara de María hasta que le llegara el momento del matrimonio. Es de esta forma que María fue a parar a la casa de José.

Para mí siempre ha sido confuso el papel de José en la historia de Jesús, sin embargo, este libro parece aclarar un poco el panorama. En los libros canónicos no es muy claro si José era mayor o no que María, ni cuan mayor era; en este texto se nos muestra a un José maduro que ya tiene hijos con una mujer previamente.

Sin embargo, en Mateo 1, 18-19: “”El nacimiento de Jesús, el Mesías, fue así: su madre María, que estaba prometida a José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por la acción del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió separarse de ella en secreto”. Y así continúa el texto diciendo como José tuvo la visión del ángel diciéndole a José que ese hijo que iba a concebir María venía del Espíritu Santo.

Salvando las diferencias entre ambos textos, algo si es claro, en el texto canónico no es clara la filiación entre José y su hijastro, es decir, queda claro que José sabe que no es su hijo, sino concebido por el Espíritu Santo.

En esta historia de José se muestra como Jesús realmente llega a amar a su padrastro, veamos este pasaje, donde Jesús pide al Padre celestial por el alma de José: ¡Oh Padre de toda clemencia!, ojos que ves y oídos que oyes, escucha mi súplica y mis plegarias por el anciano José, y envía a Miguel, príncipe de tus ángeles, y a Gabriel, pregonero de la luz y luz de tus ángeles, para que todo su coro vaya con el alma de mi padre José hasta que lo conduzca junto a ti. Esta es la hora en que mi padre necesita misericordia.

La semana que viene mostraremos un poco más de esta filiación entre Jesús y José. Feliz domingo.

domingo, 10 de abril de 2011

Las misiones

Lucas 10, 1 – 4: “Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde él pensaba ir. Y les dio estás instrucciones:
-La cosecha es abundante, pero los obreros pocos. Rueguen, por tanto, al dueño que envíe obreros a su cosecha. ¡Pónganse en camino! Sepan que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni morral ni sandalias, ni saluden a nadie por el camino.”

Resumamos las instrucciones:
1. No llevar bolsa.
2. No llevar morral.
3. No llevar sandalias.
4. No saludar a nadie en el camino.

¿Hoy en día estas instrucciones se cumplen?
Cualquier que hace un viaje, independientemente que sea una misión o no, se lleva dinero, un morral con la ropa para los días del viaje. Igualmente, puede agregar unos zapatos adicionales por si acaso. ¿Por qué Jesús da estás instrucciones para los misioneros?
Pienso que la respuesta es simple: para evitar cualquier tipo de distracción. Igualmente, indica que no saludes a nadie en el camino, es decir, no interrumpas tu camino, sigue adelante hasta tu destino final.

Pero hay más, veamos un poco más adelante en Lucas 10, 5 – 12: “Cuando entren en una casa, digan primero: Paz a esta casa. Si hay allí gente de paz, su paz recaerá sobre ellos; si no, regresará a ustedes. Quédense en esa casa, y coman y beban de lo que tengan, porque el obrero tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa.”

Hoy en día cada congregación tiene una casa en donde llegan los misioneros modernos, donde tienen sus tres comidas seguras, así como un lugar para descansar y tomar un baño. Ciertamente, hay lugares a donde envían misioneros en los que no hay estas comodidades. Yo lo poco que vi, pues vi mucha preparación en cuanto a llevar mucha comida para las misiones. Llegué a ver como solicitaban a las personas colaboración de comida no perecedera para llevar a estos lugares lejanos. Pero ¿por qué no siguen la recomendación de Jesús? ¿Acaso tienen miedo de que encuentren un lugar donde poder quedarse? ¿Tienen miedo que nadie le abra la puerta de su casa para acogerlos? Bueno, la verdad no sé, pero de que no siguen la recomendación del Maestro no la siguen. Ahora bien, ¿por qué Jesús recomienda esto? Pienso que una posible respuesta es de practicar la humildad, la verdadera humildad de no tener nada consigo y esperar a que el Padre a través de nuestro prójimo nos alimente.

Las misiones, en general, son una experiencia muy bonita e interesante, pero ¿no será más interesante al estilo de como Jesús recomienda?
¿Y qué sucede si no nos quieren en un lugar? Jesús les da la recomendación también (Lucas 10, 10-11): “Pero si entran en un pueblo y no los reciben bien, salgan a la plaza y digan: Hasta el polvo de su pueblo que se nos ha pegado a los pies lo sacudimos sobre ustedes en señal de protesta.”

¿Cómo son las misiones? ¿Al estilo de Jesús?

Feliz domingo y éxito en las misiones (a los que la hacen al estilo de Jesús).

domingo, 3 de abril de 2011

Jesús y los niños

A veces he estado en la calle y veo como un padre (o madre) le está gritando a su hijo(a) porque va lento, porque van tarde, porque no terminó de comer toda la comida, etc. Igualmente, con tristeza veo en las familias como repiten a los hijos de los hijos las cosas desagradables que los padres hicieron a ellos. Es algo complicado, el reto quizá es romper con la cadena de eventos desagradables. Yo no sé si los padres se han dado cuenta de la importancia de sus hijos, es decir, sus hijos son la continuidad de sus vidas, ya que nuestra vida es pasajera.

Jesús, que según los datos que tenemos, no tuvo hijos sabía la importancia de ellos para la sociedad y siempre los quiso a su lado. Veamos un pasaje que se refiere a los niños (Mateo 18, 10): “Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños; porque les digo que sus ángeles en el cielo contemplan sin cesar el rostros de mi Padre del cielo”.

Hay otro pasaje que quizá sea aún más revelador en Marcos 10, 13-16: Trajeron unos niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos los reprendían. Jesús, al verlo, se indignó y les dijo:
-Dejen que los niños vengan a mí; no lo impidan, porque de los que son como ellos es el reino de Dios. Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Entonces Jesús los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos”.

Y peor que un mal padre o madre que reprende irracionalmente a su hijo(a) tenemos a aquellos que los agreden sexualmente, así como los casos de los sacerdotes acusado de pedofilia. Es decir, abusar de la inocencia de un niño quizá sea el pecado más horroroso que puede haber, porque le violentamos lo más preciado que ellos tienen: su inocencia.

Sin embargo, no todas son malas noticias, ciertamente sí hay padres que le dan a sus hijos el tiempo y dedicación que ellos necesitan, así como su tiempo de distracción, que como niños ellos necesitan más que otra cosa.

También hay sacerdotes que sí aman a los niños, a falta de propios, “adoptan” de cierta manera a esos muchachos que se acercan a la misa o a la parroquia.

No son muchos los pasajes en donde Jesús se encuentra con niños, hay casos especiales como el niño de una viuda de Naín (Lucas 7, 11-16) y de la hija de Jairo (Lucas 8, 51-55). En ambos casos, se da a entender que Jesús los resucita.

Para finalizar, quisiera recomendar a los padres y madres, que han caído de una u otra manera en esta página, el libro “Emilio, de la Educación” de Jean-Jacques Rousseau, es una obra impecable acerca de cómo educar a un niño desde edad temprana.

Feliz domingo.