domingo, 30 de enero de 2011

Los Maestro de Jesús - primera parte


El Maestro Iracundo

Al ver José la inteligencia del niño y cómo maduraba con la edad, tomó de nuevo la decisión de que no quedara en la ignorancia de las letras. Lo llevó, pues, y lo puso a disposición de otro maestro. Dijo el maestro a José: “En primer lugar, lo educaré en las letras griegas; luego, en las hebreas”. Porque el maestro sabía de los conocimientos del muchacho, y tuvo miedo. Sin embargo, después de escribir el alfabeto, trató de que Jesús practicara durante mucho tiempo, pero no obtuvo respuesta alguna.
Pero Jesús le dijo: “Si realmente eres un maestro, y si conoces bien las letras, dime el valor del alfa y yo te diré el valor de beta”. Enfadado, el maestro lo golpeó en la cabeza. Al sentir el niño el dolor, lo maldijo. Y al punto se desvaneció el maestro y cayó en tierra de bruces.
Regresó el niño a casa de José. Se llenó José de tristeza y recomendó a su madre que no le permitiera salir fuera de la casa, porque morían todos los que le disgustaban.

Evangelio del Pseudo Tomás, 14.

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Comentario final en la próxima entrega.

domingo, 23 de enero de 2011

Jesús, carpintero milagroso

El padre de Jesús era artesano, y por aquel tiempo fabricaba arados y yugos. Le encargaron que hiciera una cama para una persona rica. Sucedió que no de los dos varales del encargo era más corto que el otro. Como José no sabía qué hacer, dijo el niño Jesús a su padre: “Pon los dos maderos en tierra e iguálalos partiendo de la mitad”.
Hizo José lo que le dijo el niño. Se colocó Jesús en una de las partes, tomó el madero más corto y, estirándolo, lo dejó igual que el otro. Al verlo su padre José, se llenó de admiración. Y tomando al niño lo cubrió de besos, diciendo: “Soy feliz, porque Dios me ha dado este hijo”.

Evangelio del Pseudo Tomás, 13.

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José da gracias a Dios porque Jesús le resolvió un problema imposible de resolver en términos normales, sin embargo, veremos que más adelante le teme a su propio hijo cuando se enfrenta con unos maestros. Lo veremos en las próximas entregas.

domingo, 16 de enero de 2011

Jesús cura a un leñador herido

Pocos días después, estaba cortando leña un joven en la vecindad cuando le cayó el hacha y le hendió la planta del pie. Estaba a punto de morir desangrado.
Producido un alboroto con gran aglomeración, llegó también corriendo el niño Jesús. Se abrió paso a la fuerza entre la multitud y apretó el pie herido del joven, que enseguida quedó curado. Luego dijo al joven: “Levántate ahora, sigue cortando la leña y acuérdate de mí”. La gente, al ver lo sucedido adoró al niño diciendo: “En verdad que el Espíritu de Dios habita en este niño”.

Evangelio del Pseudo Tomás, 10.

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Otro milagro del niño Jesús. Aquí solo quiero reflexionar un poco en la frase que le dijo Jesús al leñador una vez que lo curó: “Levántate ahora, sigue cortando la leña y acuérdate de mí”. ¿Cuántas veces nos sentimos abatidos por las dificultades de la vida? ¿Cuántas veces pedimos a Dios que nos levante? Pues, le invito a recordar esta frase, haciendo un ligero cambio personal: Levántate ahora, sigue trabajando y acuérdate de mí. Fíjense en el orden: Levantarse, Trabajar y Dar gracias.

domingo, 9 de enero de 2011

Resurrección de un muerto

Unos días después, estaba Jesús jugando en la azotea de una casa cuando uno de los niños que jugaba con él cayó bajo desde la azotea y se mató. Los otros niños al verlo, escaparon huyendo y quedó Jesús solo.
Llegaron los padres del difunto y lo acusaron a él. Pero Jesús dijo: “Yo de ningún modo lo he tirado abajo”. Pero ellos lo trataron con insolencia.
Saltó Jesús desde la azotea y se colocó junto a la boca del muchacho. Gritó con gran voz y dijo: “Zenón –que así se llamaba-, levántate y dime: ¿Soy yo el que te ha tirado abajo? Levantándose el muerto al momento, dijo: “No Señor; no me has tirado abajo, sino que me has resucitado”. Los que vieron quedaron fuera de sí. Los padres del muchacho dieron Gloria a Dios por el milagro sucedido y adoraron a Jesús.

Evangelio del Pseudo Tomás, 9.

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¿Primer resucitado de Jesús? Puede ser, quizá le haya devuelto la vida a más de un animalito que le gustara y se hubiese muerto. Imagino que para un niño tener una capacidad como esta es difícil de manejar. ¿Jesús habrá tenido en verdad estos poderes a tan temprana edad? Nunca lo sabremos, pero se me hace divertido pensar que sí.

jueves, 6 de enero de 2011

Artabán: La historia del cuarto Rey Mago


Cuenta la tradición que los reyes viajaron desde el lejano oriente guiados por una estrella y cargados con regalos para ofrecer al Mesías que nacería en Belén.

Melchor, Gaspar y Baltasar, llegaron a tiempo al pesebre donde nació Jesús y entregaron los regalos que traían para adorarlo: Oro, incienso y mirra.

Sin embargo, pocos saben que en realidad eran cuatro los reyes magos que debieron haber llegado aquella noche a Belén, pero, ¿Qué pasó con el cuarto rey mago?

Artabán era el nombre del rey que jamás conoció a Jesús.

Su historia se encuentra en algunos textos antiguos que dan cuenta del largo camino que recorrió buscando a Jesús para entregarle el regalo que debió haberle obsequiado la noche en que nació.

Artabán junto con Melchor, Gaspar y Baltasar, habían hecho planes para reunirse en Borsippa, una antigua ciudad de Mesopotamia desde donde iniciarían el viaje que les llevaría hasta Belén para adorar al Mesías.

El cuarto rey mago llevaba consigo una gran cantidad de piedras preciosas para ofrecer a Jesús, pero cuando viajaba hacia el punto de reunión encontró en su camino a un anciano enfermo, cansado y sin dinero. Artabán se vio envuelto en un dilema por ayudar a este hombre o continuar su camino para encontrarse con los otros reyes. De quedarse con el anciano, seguro perdería tiempo y los otros reyes le abandonarían. Obedeciendo a su noble corazón, decidió ayudar a aquel anciano.

El tiempo había pasado y en el punto de reunión no encontró más a sus tres compañeros de viaje.

Decidido a cumplir su misión, emprendió un largo camino sin descanso hasta Belén para adorar al niño, pero al llegar, Jesús había nacido y José y María estaban rumbo a Egipto, escapando a la matanza ordenada por Herodes.

Artabán emprendió entonces un viaje en el que, por donde quiera que pasaba, la gente pedía su auxilio, y él, atendiendo siempre a su noble corazón, ayudaba sin detenerse a pensar que el obsequio de piedras preciosas que cargaba, poco a poco se reducía sin remedio. En su andar, Artabán se preguntaba: ¿Qué podía hacer si la gente le suplicaba por ayuda? ¿Cómo podría negarle ayuda a quien la necesitaba?

Así pasaron los años y en su larga tarea por encontrar a Jesús ayudaba a toda la gente que se lo solicitaba.

Treinta y tres años después el viejo y cansado Artabán llegó por fin a donde los rumores le habían llevado en su larga búsqueda por Jesús. La gente se reunía en torno al monte Gólgota para ver la crucifixión de un hombre que, decían, era el Mesías enviado por Dios para salvar las almas de los hombres. Artabán no tenía duda en su corazón, aquel hombre era quién había estado buscando durante todos esos años.

Con un rubí en su bolsa y dispuesto a entregarla joya pese a cualquier cosa, Artabán encaminó sus pasos hacia aquel monte, sin embargo, justo frente a él apareció una mujer que era llevada a la fuerza para ser vendida como esclava para pagar las deudas de su padre. Artabán la liberó a cambio de la última piedra que le quedaba de su basto tesoro.

Triste y desconsolado, nuestro cuarto rey mago se sentó junto al pórtico de una casa vieja. En aquel momento, la tierra tembló de forma brusca y una enorme piedra golpeo la cabeza de Artabán. El temblor aquel anunciaba la muerte de Jesús en la Cruz.

Moribundo y con sus últimas fuerzas, el cuarto rey imploró perdón por no haber podido cumplir con su misión de adorar al Mesías. En ese momento, la voz de Jesús se escuchó con fuerza: Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste. Artabán, agotado, preguntó: ¿Cuándo hice yo esas cosas? Y justo en el momento en que moría, la voz de Jesús le dijo: Todo lo que hiciste por los demás, lo has hecho por mí, pero hoy estarás conmigo en el reino de los cielos.

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Existe una película llamada "The Fourth Wise Man" que cuenta esta historia.
Feliz día de Reyes, y aunque nos pase como a Artabán que no llegamos a tiempo, no olvidemos que Jesús jamás olvidará nuestras buenas obras.

domingo, 2 de enero de 2011

Los pájaros de barro


Este niño Jesús, llegado a los cinco años, estaba jugando después de una lluvia en el cauce de una corriente. Las aguas que fluían las recogía en charcas, las volvía puntualmente cristalinas y las dominaba solamente con la palabra.
Hizo barro blando y formó doce pajarillos. Era sábado cuando hizo aquello. Había también otros muchos niños jugando con Jesús.
Al ver cierto judío lo que hacía Jesús jugando en día sábado, marchó a toda prisa y se lo anunció a su padre José: “Mira que tu hijo está jugando junto al arroyo, ha tomado un poco de barro y ha formado doce pajarillos, con lo que ha profanado el sábado”.
Fue José al lugar y, al verlo, le llamó la atención, diciéndole: “¿Por qué haces en sábado estas cosas que no está permitido hacer?”. Pero Jesús, batiendo sus manos, grito a los pajarillos y les dijo: “Marchaos”. Los pajarillos echaron a volar y se fueron gorjeando.

Evangelio del Pseudo Tomás, 2, 1-4

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En el grupo de libros canónicos, ninguna habla de la infancia de Jesús. Y la verdad a mi me extrañaba un poco eso, pues si Jesús llegó a hacer lo que hizo, ¿por qué ninguno de los apóstoles o discípulo, en general, averiguó más sobre la infancia de su maestro? Bueno, aquí tenemos uno de esos textos apócrifos sobre la infancia de Jesús, donde él en su inocencia está jugando en sábado; recordemos que para los Judíos el sábado es un día de descanso absoluto, son muy pocas las cosas que pueden hacer. Aquí el autor nos muestra a un Jesús despreocupado sobre qué día es, y pienso que para un niño eso es de lo más natura, sin embargo, para el caso de jesús es como una señal de cómo él lleva la contraria a esta norma.
Es pasaje es muy bonito de imaginar, un Jesús niño jugando y usando sus “habilidades” para hacer que los pajarillos de barro se transformaran en aves reales.
Es extraño como La Iglesia ha dejado de lado estos libros por ser demasiado “extraordinarios” o “fantásticos”, ahora me pregunto: ¿y acaso Jesús era ordinario?